Llegamos al Cine Atlántida a unos quince minutos antes de que diera comienzo la sesión de las 6 de la tarde. Como teníamos un poco de margen, compramos la entrada, justo después de esquivar a un extraño hombre de pesado abrigo y sombrero negro, y nos fuimos a sentar en el muro que bordeaba la periferia de El Charco.
- Bien, la idea es sencilla. Entramos, lo buscamos y tratamos de convencerlo.
- Génesis ¿crees que es tan fácil?- Dije yo, con bastante pesimismo.- Según nos dijo Angélica, ese hombre ha podido estar ahí unos seis o siete meses.
- Y si ella no ha podido hacerle entrar en razón ¿crees que lo vamos a lograr nosotros?- Comentó Bruno.
- Bueno, bueno, vamos a ver. Ya vieron a esa pobre chica, me siento responsable...
- ¿Responsable? No exageremos. El que hayas chateado durante un mes con ella no te hace ser su ángel de la guarda.- Le recordé.
- Ya, lo sé, pero es que la semana pasada me compré unos cuantos libros de fotografía bastante caros y me quiero redimir con esa obra de buena samaritana.
- Vaya, me alegra ver que se bajó el telón.
- Ojo, eso no quita que quiera ayudarla.
- Ya veo...
Subimos las escaleras del hall, el "señor del cine" nos rompió las entradas que le mostramos y accedimos, de inmediato, a la Sala Teatro. Aún faltaba unos dos minutos para que el vaivén de trailers "destripapelículas" diera comienzo. Mucha gente iba entrando y acomodándose en las butacas. Para el que no lo sepa, la Sala Teatro es la sala principal de los Multicines Atlántida. Es la única que posee dos pisos (aunque el segundo se ha dejado de usar desde tiempos inmemoriales) y que puede también usarse como teatro, para los recientemente desaparecidos "Lanzarote Screenings" o escenario para mítines políticos de corte sectario.
Nosotros pasamos a sentarnos en una fila de butacas que se encontraban más próximas a las escaleras que dan al segundo piso. La música casposa de versiones españolas de "Grease" cesó, las luces se apagaron y, sin previo aviso, apareció Nicolas Cage en la pantalla grande, luciendo un inapropiado peluquín, dando a entender, una vez más, lo desafortunadas que eran sus últimas elecciones en cuanto a los proyectos en los que interviene. Me da que alguien debe de despedir a su agente... y no señalo a nadie... ejem...
Nosotros aprovechamos la oscuridad y el desconcierto del resto de espectadores ante el nuevo peinado del sobrino de Francis Ford Coppola, para caminar hacia las escaleras. Saltamos el aviso de prohibido el paso, con una de esas cuerdas rojas atadas a dos varas de metal, como si estuviésemos entrando en el escenario de un crimen (no íbamos tan desencaminados) y subimos las escaleras hacia el segundo piso.
- La última vez que estuve aquí arriba fue en el estreno de "El Rey León".- Confesó Bruno.
- Joder, es verdad. Yo también recuerdo haber visto aquí "Aladdin" ¿y tú Génesis? ¿qué...?
Nos paramos en seco nada más llegar al final de los escalones. Aquel apocalíptico panorama nos confirmó lo que, de oídas, habíamos sabido durante tantos años.
- La leyenda urbana era cierta...- Murmuró nuestra patidifusa amiga nipona.
- Bien, la idea es sencilla. Entramos, lo buscamos y tratamos de convencerlo.
- Génesis ¿crees que es tan fácil?- Dije yo, con bastante pesimismo.- Según nos dijo Angélica, ese hombre ha podido estar ahí unos seis o siete meses.
- Y si ella no ha podido hacerle entrar en razón ¿crees que lo vamos a lograr nosotros?- Comentó Bruno.
- Bueno, bueno, vamos a ver. Ya vieron a esa pobre chica, me siento responsable...
- ¿Responsable? No exageremos. El que hayas chateado durante un mes con ella no te hace ser su ángel de la guarda.- Le recordé.
- Ya, lo sé, pero es que la semana pasada me compré unos cuantos libros de fotografía bastante caros y me quiero redimir con esa obra de buena samaritana.
- Vaya, me alegra ver que se bajó el telón.
- Ojo, eso no quita que quiera ayudarla.
- Ya veo...
Subimos las escaleras del hall, el "señor del cine" nos rompió las entradas que le mostramos y accedimos, de inmediato, a la Sala Teatro. Aún faltaba unos dos minutos para que el vaivén de trailers "destripapelículas" diera comienzo. Mucha gente iba entrando y acomodándose en las butacas. Para el que no lo sepa, la Sala Teatro es la sala principal de los Multicines Atlántida. Es la única que posee dos pisos (aunque el segundo se ha dejado de usar desde tiempos inmemoriales) y que puede también usarse como teatro, para los recientemente desaparecidos "Lanzarote Screenings" o escenario para mítines políticos de corte sectario.
Nosotros pasamos a sentarnos en una fila de butacas que se encontraban más próximas a las escaleras que dan al segundo piso. La música casposa de versiones españolas de "Grease" cesó, las luces se apagaron y, sin previo aviso, apareció Nicolas Cage en la pantalla grande, luciendo un inapropiado peluquín, dando a entender, una vez más, lo desafortunadas que eran sus últimas elecciones en cuanto a los proyectos en los que interviene. Me da que alguien debe de despedir a su agente... y no señalo a nadie... ejem...
Nosotros aprovechamos la oscuridad y el desconcierto del resto de espectadores ante el nuevo peinado del sobrino de Francis Ford Coppola, para caminar hacia las escaleras. Saltamos el aviso de prohibido el paso, con una de esas cuerdas rojas atadas a dos varas de metal, como si estuviésemos entrando en el escenario de un crimen (no íbamos tan desencaminados) y subimos las escaleras hacia el segundo piso.
- La última vez que estuve aquí arriba fue en el estreno de "El Rey León".- Confesó Bruno.
- Joder, es verdad. Yo también recuerdo haber visto aquí "Aladdin" ¿y tú Génesis? ¿qué...?
Nos paramos en seco nada más llegar al final de los escalones. Aquel apocalíptico panorama nos confirmó lo que, de oídas, habíamos sabido durante tantos años.
- La leyenda urbana era cierta...- Murmuró nuestra patidifusa amiga nipona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario