viernes, 15 de febrero de 2008

Carátulas de Reggaeton: Don Omar, Parte 3


En el último artículo dedicado a las grandes carátulas de reggeaton, concretamente, las de Don Omar, teníamos a nuestro humilde autor, vestido como un caballero de la noble ley del genocidio musical. Pues bien, hoy les traigo una especie de versión 1.5 de aquel disco, una reedición de “King of kings” (díganlo rápido: kingofkings! Es complicado ¿verdad?) con temas nuevos. Me pregunto cómo tiene que ser un concierto de Don Omar. Un lugar repleto de gente (con mal gusto o, directamente, sordos) en el que Don Omar se pondría a cantar sus temas, con mulatas bailando a su alrededor (ya me lo puedo imaginar). Lo que me pregunto yo es cómo debe de ser un concierto de reggeaton. Es decir, un lugar repleto de gente perreando... Tiene que ser parecido a una orgía sectaria pero con más sudor y sin serpientes (¿o no? ¿quién sabe?).

La carátula en cuestión es, por así decirlo, una evolución lógica de la anterior. Si antes lo veíamos portando su espada, con la ciudad destruida detrás, ahora, además de eso, vemos elementos tan significativos como un dragón y, sobre todo, la postura del propio Omar. Es decir, el mensaje del anterior disco sigue vigente, esto es, la aniquilación de la música por parte del inefable dragón reggetonero. Omar, delante y, portando en sus dedos unos adornos o... no sabría como describirlo... ¿protectores de dedos? Pero, lo curioso es que, o bien se acaricia la cara a sí mismo (en un gesto de amor propio) o bien está diciendo “¡Madre mía, la que he montao!” A tal postura se le puede interpretar otros comentarios, como puede ser “Chacho, qué bajona.” (en referencia a las malas críticas que habrá recibido sobre su anterior disco) o “Qué dolor de cabeza, hostia puta” (en referencia al machaque del pun chi pun chi de la base idéntica de las canciones de reggeaton). Pero, sin duda, lo mejor de esta carátula es el nombre: “King of Kings. Armageddon Edition”. Sin duda, has dado en el clavo, Don Omar; este disco es el armagedón musical que ya presagiaba Nostradamus en sus escritos: “Puedo ver, en la lejanía, una música demoniaca, dirigida por un guerrero de pelo con trenzas... con unas cosas en los dedos... no sabría cómo describirlo...”

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