- Buenos días, Niebo ¿qué tal estás?
- Bien, bueno, no puedo quejarme. Hoy parece que va a haber mucha lluvia y así sé que no pasarán tantos clientes para darme el coñazo.
- Eres una inspiración para todos los recepcionistas del mundo.
- Hago lo que puedo, Ingel, hago lo que puedo.
- Mira, no te entretengo mucho. Tengo una reclamación de uno de nuestros clientes.
Me incorporé con entusiasmo. Las reclamaciones ficticias siempre me alegran el día.
- Vamos a ver...
Ingel sacó unos papeles de su carpeta de color púrpura y me tradujo letra por letra aquel texto en finlandés.
Entonces solté una carcajada.
- ¡Vaya, ésta sí que es buena!
- ¿Ah, sí? ¿Y por qué?
- El cliente dice que, como las escaleras del apartamento estaban mojadas, se resbaló y se dio con el hombro en la verja de enfrente ¿no es así?
- Sí, así es.
- ¿Y qué número es?
- El apartamento número 15.
Salí de mi estimado habitáculo y la invité a seguirme hasta el escenario del presunto incidente. Echando un vistazo a simple vista, midiendo la distancia entre la verja y el apartamento, y teniendo en cuenta los obstáculos del jardín, el cliente, en el caso de ser verídico lo que cuenta, tuvo que haber hecho esto y entonces golpearse con la verja.
Nos estuvimos riendo un buen rato ¿Ves? Ya me ha alegrado el día.
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