viernes, 7 de marzo de 2008

Apolon, rey del espacio (¡con un par!)


El otro día Arón y yo pasamos por casa de Bruno para ver unos cuantos episodios de “WildBoyz”. Nos sentamos ante el ordenador de su cuarto y, haciendo tiempo para que llegasen las pizzas que habíamos pedido, nos pusimos a degustar una suculenta secuencia de bromas en el youtube. A destacar la magnífica broma del espejo, con una planificación y escenificación cojonuda. Además de que, de por sí, la broma tiene que dejar descolocado a toda víctima.

Entonces, aprovechando un momento en que Arón fue al baño, me volví hacia Bruno con actitud pícara, recordando cierto descubrimiento reciente.

- Mira esto... Vas a flipar cuando veas su reacción.

Escribí en el youtube ciertas palabras, elegí el video en cuestión de entre todos los que me aparecieron y lo puse en pausa.

- ¡Arón! No tardes, que te tengo que enseñar algo.

Regresó al cuarto con claros síntomas de vejiga aliviada, quedándose de pie ante la pantalla del ordenador. En su mano tenía un paquete de pipas abierto.

- ¿De qué se trata? ¿Otra broma de cámara oculta? Sigo insistiendo que la supuesta broma en Rusia, del tipo disparando al otro que está dentro de la papelera es un “fake” como castillo, así que...

Su boca dejó de emitir sonidos que tuvieran sentido alguno en nuestro idioma. El video de colores chillones, cargado de energía por su melodía setentera, dio comienzo y lo dejó en estado de shock. Sus ojos se clavaron en aquellas imágenes retro, con la boca semiabierta y las cejas tan levantadas como para casi confundirse con su pelo. Su mano derecha se aflojó y el paquete de pipas cayó en cámara lenta, salpicando el piso con aquellos deliciosos frutos secos.

El video en cuestión nos mostraba el opening de una vieja serie de anime, enmarcada en el subgénero “mecha”, creada en la segunda mitad de 70, pero que en España llegó a tener su momento de gloria en los 80. Tres robots pilotados por humanos surgían del mar, modificando su configuración en el aire y acoplándose hasta convertirse en un único robot, el valeroso “Dai Apolon”, fiel guerrero contra las fuerzas del mal (esto es, otros robots gigantes con los que darse de hostias).

Arón se mantuvo sin mover ni un músculo, absorto en aquella orgía colorista. En el momento en el que el robot se completaba y subía el protector que tenía en la boca (se supone que está basado en la indumentaria de un jugador de fútbol americano), mi estimado colega se llevó su mano al pecho, dejando escapar una lagrimita.

Bruno se incorporó, acercando su rostro al de Arón.

- Está en trance...- Comentó, moviendo su mano ante su mirada ausente.

Sólo atendió a balbucear una frase tras pararse el video.

- Mecagonlaputa... Dios bendiga a Dai Apolon.



¡Peasso robot que lo flipas!

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