martes, 11 de marzo de 2008

Me encanta... las mesas ordenadas

En ocasiones llego al trabajo y me encuentro con la mesa de la recepción, más allá del mostrador donde atiendo a los clientes, repleta de papeles, la grapadora, un bolígrafo, archivadores abiertos... No suele pasar que llegue a niveles considereables de desorden, pero puede darse el caso de vez en cuando, tras días de mucho ajetreo. Me encanta ponerme manos a la obra y poner todo al día. Con paso ligero y movimientos precisos, voy grapando por aquí, archivando por allá, ordenando las reservas por fechas, sacando los recibos de los depósitos de las cajas de seguridad, taladrando las facturas... Me encanta ver el resultado: una mesa limpia y estrictamente con lo necesario a la vista. Es una sensación muy agradable admirar tal orden y sentir que todo vuelve estar en su sitio. Pongo los brazos sobre la superficie, ahora casi desocupada, y disfruto del escalofrío que produce su temperatura en contraste con la de mi piel. El orden y la limpieza es algo fundamental, tanto en el trabajo como en nuestras vidas personales. Y yo, además de intentar concentrar mis esfuerzos en ello, disfruto de sus gratificantes resultados.

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