domingo, 2 de diciembre de 2007

Bidones en la Sala Teatro, Parte 1 de 6


Ayer me pasó algo bastante curioso. Fue uno de mis días libres y, tras ir a comprar un libro para mi hermanita Vera, me di un paseo por la avenida de la playa El Reducto junto a mi amigo Bruno. Ambos estábamos degustando dos helados de generoso sabor afrutado, mientras el sol de un sábado irreal (dentro de los parámetros de un recién llegado diciembre) nos acariciaba las coronillas. El rumor de tímidas olas llegaba a mi oído izquierdo, mientras por mi derecho aterrizaba lo que Bruno me estaba contando:

- ...Y entonces le dije "Eh, espera un momento, tío ¿dónde crees que vas a meter ese consolador de treinta centímetros?" y se me quedó mirando en plan ¿sabes? en plan "yo lo flipo". Oh, como si yo todos los días, cada mañana, me estuviese metiendo una bate de baseball por el culo ¿me entiendes?

- Desde luego, tus viernes por la noche nunca son aburridos ¿verdad?

Entonces vimos a una figura, a cierta distancia, corriendo en nuestra dirección. Vestida con una de sus pintorescas camisas negras con dibujos de gatos de color magenta, pantalones negros y uno de sus bolsos de lolita gótica. Me paré y le di con el codo a Bruno.

- Tío ¿esa no es Génesis?

- ¿Te refieres a esa japonesa loca que corre en plan kamikaze hacia nosotros?

Se paró ante nosotros, inclinándose hacia delante y reposando sus manos sobre las rodillas, en una danza incómoda de respiración entrecortada. Tardó medio minuto en poder articular palabra.

- Joder, no saben la movida que me ha pasado.

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