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El Arrecife Gran Hotel, más que una torre repleta de habitaciones, todo un símbolo que sirve, tanto para localizar la capital de la isla desde la lejanía, como para interpretar los numerosos cambios que ha experimentado la sociedad conejera a lo largo de estas dos últimas décadas. Un edificio que pasó por hotel turístico, para luego ser un cascarón abandonado, sufrir dos incendios, ser refugio para muchos drogodependientes y acabar resurgiendo de sus cenizas (nunca mejor dicho) para volver a ocupar el puesto privilegiado de hotel de cinco estrellas.
"Aquellos ojos curiosos y, hasta cierto punto, atemorizados, se posaban sobre ella como titubeantes abejas sobre una deslumbrante flor. Aquello la incomodaba, más de lo debido, puesto que se trataban de tres chiquillos que rondarían los once años. Para una mujer tan curtida en lo inquietante como era ella, era de extrañar que su garganta se anudara ante esos espectadores improvisados, que la contemplaban al otro lado de una verja castigada por los años."
Arón hace una inquietante reflexión en su relato corto "Hotel Cuatro Jeringuillas", que puede encontrar en este enlace. Disfruten con la siniestra aventura de Fátima.
¿Cuántas historias escabrosas de un pasado más ténebre esconderán esas paredes?
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